Construido como parte del
sistema defensivo de la frontera entre Al-Andalus
y el Imperio Carolingio y como sede de control
político y económico y militar en la zona entre el Garraf y el Llobregat, fue
propiedad de los condes de Barcelona
Documentado el año 957
a través de una donación de Ènnec y Flodeberga que hacen
a Sant Cugat si bien el dominio quedaba en poder del conde de Barcelona. Años
más tarde, en el 993 lo recibe Aimeruds de manos de su marido el conde Borrel
la cual a su muerte lo cede a su hijo el conde Ramón. Este castillo es
adquirido en 1323 por el acaudalado banquero Pere Marc juntamente con la
jurisdicción del lugar por 120.000 sueldos de Barcelona de manos del rey Jaume
I el cual estaba falto de dinero para conquistar Cerdeña. Bajo la propiedad de la familia March se construyó una doble muralla en 1375. Un siglo después el castillo fue incendiado. En 1897 pasa a manos
de otro banquero, éste llamado Manuel Girona.

El consistorio y la familia propietaria del castillo, Puig Girona, han firmado
el convenio de compraventa del edificio por un precio de un millón de euros,
que incluye además la ermita de Sant Miquel. La superficie total de la
adquisición es de 415.117 metros cuadrados que incluyen una
importante extensión de bosque forestal.
Su estructura respondía a una planta casi rectangular y quedaba cercada en
parte por un doble recinto de murallas. En su interior se conserva una buena
parte de la edificación religiosa de Sant Miquel.